La idea de la soberanía en salud se acompaña y se desprende de la idea mayor de la soberanía alimentaria, entendiéndose esta como el derecho de los pueblos a producir, intercambiar y consumir alimentos de acuerdo a prácticas definidas por valores, saberes, creencias y rituales pertenecientes a su cultura, accediendo a alimentos sanos y nutritivos sin ningún tipo de obstáculo o presión política, económica o militar (KASAAM et al., 2010). Por lo anterior la soberanía medicinal se refiere a la capacidad de elegir medicinas y sistemas médicos, que sean apropiados tanto social, cultural como eco-lógicamente, que posibiliten opciones prácticas, confiables, relevantes dentro de contextos específicos, para la atención a la salud. La Declaración de la ONU sobre los derechos de los pueblos indígenas en 2007 reconoce el derecho de estos pueblos a vivir con dignidad, manteniendo sus instituciones, culturas y tradiciones para el desarrollo de acuerdo a sus propias necesidades. Es así que la negativa de la autodeterminación sobre los alimentos y medicina de los pueblos constituye un repudio a los derechos fundamentales de autonomía garantizados.